Su vida en si misma es una novela, rodeada de misterios, desde su polémica salida / fuga de Rusia para jamás volver -por ello se le ha apodado El Ruso Errante- hasta su misma muerte en un hotel en Estoril.
Convencido estoy, y no soy el único, que su biografía daría para una buena película para Hollywood, ya que tendría todos los elementos épicos necesarios:
Estancias en la carcel durante la Revolución Rusa, de las que el mismísimo Trostky aficionado al ajedrez dicen que lo salvó, matrimonios de conveniencia, su ascenso a la cumbre mundial, inesperado para todos, menos para él mismo , la perdida del título y siguiente recuperación, su rivalidad enfermiza con Capablanca, al que nunca volvió a dar la merecida revancha, las acusaciones de filiación nazi y antisemitismo, su alcoholismo y últimos años de miseria y exilio en España y Portugal, y el toque final al morir en extrañas circunstancias: justo un día después de recibir el telegrama de Botvinnik que le notificaba su vuelta a la participación por el título mundial y por lo tanto el fin de todas sus penalidades económicas y su vuelta a la madre Rusia.
Como si todo esto no fuera suficiente, leyendo su biografía realizada por Alexander Kotov, me encuentro con el siguiente parrafo:
"En 1920, Alexander Alekhine es nombrado juez de instrucción de la brigada criminal de Moscú.
Su misión consistía en investigar detalladamente el lugar y las circunstancias del crimen.
En el Museo de Criminologia de Moscú se va a destinar un lugar especial para exponer la actividad de Alekhine en este aspecto."
¿Alguien puede decir que este hombre no es una caja de sorpresas?
Conociendo como era capaz de hilar las más fantásticas combinaciones en el tablero, uno no puede menos que intentar imaginarlo aplicando sus capacidades analíticas cual si de un Poirot se tratáse, siguiendo las intrincadas conexiones entre los datos recolectados.
Realmente no era un forense, o sea que su cometido era más parecido a un deductivo Holmes, que a un científico Grissom... por ello, lo de CSI Moscú, solo es un tributo a la modernidad, pero...¿a que queda bien?