10 oct 2011

Arturo Pomar. Nuestro primer Gran Maestro Internacional



Por Arturito le conocía todo el país. El NODO, la televisión y la radio, se encargaban de eso, y no era para menos.

Un niño mallorquín de once años, ganando a los maestro nacionales. Los barría mientras su madre le traía al lado del tablero, su famosa taza de chocolate con bizcochos. La noticia era más que justificada ya que la joven promesa, de hecho, con solo quince años, llegaría a Campeón de España.

Sería el primero de una serie de siete títulos, record  (compartido con Medina) que no sería superado hasta el pasado 2010 en que el gran Miguel Illescas (otro de los gigantes de los que hablaremos) consiguió su octavo campeonato nacional.

Llegó a jugar con todos los campeones mundiales de Alekhine a Karpov.
Qué pocas deben ser, las personas que pueden decir lo mismo en España (si es que alguien puede...).

Diez veces olímpico representando a su país, donde llevo a su equipo a la novena posición del mundo.

Ostenta el récord de ser el jugador más joven en conquistar el título de Campeón de España y también el más joven en hacer tablas contra un Campeón mundial, en una partida oficial a ritmo tradicional pues con 13 años, jugó contra Alekhine -que después sería su maestro particular-, en el Torneo de Gijon, y consiguió tablas con negras, en una partida larguísima (71 jugadas) que duró varias sesiones de muchas horas.

Ganó el Open de Estados Unidos con 21 años.
Fue nuestro primer Gran Maestro Internacional, con 29 años.

En 1963, ocupaba el puesto nº 13 en el ranking mundial.

Kotov lo vió como un serio aspirante al título mundial. Incluso Estados Unidos le ofreció la nacionalidad, pero el solo quería ganar para su país, a pesar de que el Consejo Superior de Deportes le abandonó a su suerte cuando ya no era un niño-espectáculo.

Tuvo que trabajar como empleado de Correos para vivir, y no obtuvo ninguna ayuda para poder asistir a las competiciones internacionales.

Para ello, solo podía utilizar sus vacaciones, creándose muchos problemas con sus jefes para poder asistir a los torneos, donde no tenía ningún equipo de analistas, como llevaban los soviéticos, y tenía que pasar las noches en vela estudiando las partidas aplazadas.

Quemó su salud de forma que desarrollo una enfermedad nerviosa que le acompañaría el resto de su vida. Es un ejemplo de lo desagradecida que es tradicionalmente nuestra patria con sus genios.



Que el ajedrez despertase en España, aletargado desde siglos, es mérito de este hombre, que es el buque insignia de la repercusión mediática nacional de este deporte, como Fernando Alonso lo ha sido de la Formula Uno.

¿Cuando en la historia se ha visto un ajedrecista ocupando la portada de una revista del corazón?



Los periodistas de aquel tiempo le apodaron "El Mozart del Ajedrez".
Curiosamente, es como llaman actualmente a la nueva estrella ajedrecística, el joven genio noruego Magnus Carlsen.

Si alguna vez os habéis llegado a preguntar porque el Marca tiene una sección de ajedrez (en su web, está en el apartado de "mas deportes"), la respuesta está en aquel niño de once años. Él fue la causa de que abrieran esa sección, y se mantuviese durante años, hasta la actualidad.

Por fin en España había un ajedrecista que podía presentarle cara a los rusos, que eran los que mandaban en la época.

Y eso era digno de contarse.






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